Existen numerosos estudios que demuestran el poder que tiene el packaging en los puntos de venta tradicionales y digitales: es un estímulo decisivo para la compra, motivo por el que se le conoce como el “vendedor silencioso”.
Y es que la primera impresión que se lleva tu cliente de cada uno de tus productos se basa en las emociones y los valores que comunica el diseño de su envoltorio y etiqueta. A partir de ahí, tus clientes decidirán acercarse… o detenerse frente a la competencia.